LOS/LAS NIÑOS/NIÑAS

Fotografía de Cristina Arjonilla

Dibujo hecho por Nara Casassas Cruz

Una de mis pasiones son los niños. Pero el lenguaje que mejor se me da a la hora de comunicarme con ellos es el de los adultos. El proyecto La Serratosa ha estado inspirado para muchas personas. Una de ellas es Clément Mathieu, personaje de ficción de la película los niños del coro. Un profesor en paro que pasa a ser cuidador de un grupo de niños desamparados que vivían en un orfanato. Una de las canciones supuestamente compuestas por este profesor, Vois Sur Ton Chemin, expresa de forma muy clara, el motor que impulsa el proyecto de La Serratosa:

El proyecto terapéutico de La Serratosa surge a partir de un deseo de acompañar a todos aquellos niños que ya son adultos, pero que, de algún modo, siguen viviendo en orfanatos emocionales internos. Desterrados y en soledad. Un proceso personal puede verse también desde ese punto de vista; dar luz y calor a ese niño o niña, que, en algún momento, se quedó olvidado/a.

En la trayectoria de todos estos años he conocido a muchos niños y niñas en cuerpos de personas adultas a las que he intentado ayudar de alguna manera a sentirse vistos/as ya poder expresarse. Os presento a alguno/a de ellos/as.

Veo en tu camino
niños olvidados, perdidos.
Dales la mano
para guiarlos
a otro mañana.

Escucha en medio de la noche
la ola de esperanza
ganas de vivir
camino de gloria.

Alegrías infantiles,
olvidadas y borradas demasiado rápido.
Una luz dorada brilla eternamente
al final del camino.

Escucha en medio de la noche
la ola de esperanza
ganas de vivir
camino de gloria.

Veo en tu camino
niños olvidados, perdidos.
Dales la mano
para guiarlos
a otro mañana.

Escucha en medio de la noche
la ola de esperanza
ganas de vivir
camino de gloria.

Sandra

Sandra es una niña risueña, que ha aprendido a caminar mientras bailaba. Ella es como un globo moviéndose por las calles de su pueblo. En su casa hay mucha gente y muchas veces gritos. Cuando esto ocurre, los adultos que hay no tienen tiempo ni fuerza para ver su miedo. Y ella se va a su habitación, se acuesta, se tapa con las sábanas y se queda allí, sola, mucho rato, hasta que fuera, parece que el ruido se apaga. Cuando sale de su habitación se sigue sintiendo un poco sola en todas partes.

Dibujo realizado por Carla Nuñez

Dibujo realizado por Elsa Nuñez

Pau

Pau es un niño que se ha acostumbrado a jugar solo. Sueña y le gusta hacer pequeños altares con figuras de otros mundos. Como pequeños santuarios egipcios que le ayudan a sentirse menos solo. Por las noches, a veces, su madre le llama a la puerta y se pone en su cama sin preguntarle si él quiere. Y una vez en la cama, mamá, llora tanto, que él se convierte en una esponja.

Estrella

Estrella es una niña que, antes de que aprenda a reír, se le muere su padre. Y cuando por fin aprende a hacerlo, meses después, siempre, en esa sonrisa, falta su padre.

Dibujo hecho por Nara Casassas Cruz

Eva

Eva juega con la bicicleta de días. Y por las noches, desde su habitación, escucha cómo su padre duele a su madre mientras le quiere. Y allí, tapándose con la almohada, para no oír los gritos, se promete que nunca más amará a nadie y así no le harán daño.

Oriol

Acaba de nacer y se le dispara la bilirrubina. Y le ponen en una incubadora durante quince días. Quince días en los que él aprende a no tener lo que necesita: el calor y el contacto de la madre. Y es tan grande el vacío que siente que su cuerpo se congela. Es pura supervivencia; si no tengo es mejor no sentir la inquietud de necesitar. Se suele ir solo a los sitios, y cierra todas las puertas de dentro con cerradura y llave.

Nuria

Nuria tiene siete años. Por la mañana se llevaron al padre al hospital. Todo irá bien, le han dicho. Por la tarde, mientras juega a muñecas, escucha cómo llega la ambulancia. Contenta baja por las escaleras. «Papa!». Abren las puertas traseras de la ambulancia y se queda helada. Su padre ya no está. Sólo aparece un pedazo de carne sin vida. Se lo llevan y la vecina le dice que esté tranquila, que ahora le curarán. Desde ese momento nunca más nadie le habla de su padre, pero a la hora de poner la mesa le dicen que coja dos cubiertos menos. Y ese padre se convierte en un fantasma en forma de nudo en la garganta y en el pecho.