Cuidar lo más básico

Últimamente estoy observando una tendencia preocupante a la desconexión y a la desatención en el trato social. Parece que cuesta cuidar la presencia en la comunicación. Durante los últimos años se ha popularizado un término inglés, el ghosting, ( (que proviene de la palabra fantasma), para hacer referencia a una actitud cada vez más frecuente en las aplicaciones de contactos: la desaparición repentina, casi fantasmal; puedo estar hablando, por ejemplo, con otra persona durante una semana entera y de repente, sin explicación alguna, me deja de hablar y ya ni contesta mis mensajes. Sin darme ningún tipo de explicación. Quien lo haya vivido sabe lo desagradable que es. Pero el ghosting está tiñiendo también la comunicación diaria en las redes más habituales de comunicación, como por ejemplo el whatsapp. No dar las gracias o no despedirse de una conversación son sólo dos ejemplos. O no contestar a una pregunta que te he hecho (en vez de decirme que ahora no puedes, que cuando tengas tiempo lo harás) . Parece claro que sólo se puede cuidar lo que se conoce y que ésta tendencia a desconectar del otro/a alguna relación debe de tener con la progresiva presencia de la tecnologia en nuestras vidas, por un lado (cada vez nos vemos menos las caras y esto nos desdibuja la prespectiva del otro/a), i, por otro lado, a la globalización creciente de nuestra sociedad (lo que antes eran pequeños comercios familiares de toda la vida, donde podíamos pararnos, saludarnos y hablar, por ejemplo, ahora son grandes superfícies comerciales más frias y despersonalizadas).

Todo esto influye a la hora de alimentar una sensación de soledad que va en augmento. Somos mamíferos que nos regulamos emocionalmente a través del vínculo con los otros/as. Es importante cuidar y sentirnos cuidados porque cuando esto pasa, estamos generando espacios de seguridad en los cuales nuestro sistema nervioso se permite relajar y se prepara para la conexión. Y en la conexión, las relaciones florecen.